Un rayo en la oscuridad
Hace tres décadas salió el segundo disco de Seru Girán, el que terminó de convencer al público y a la prensa del valor de la unión de Charly García, David Lebón, Pedro Aznar y Oscar Moro. Hoy, Sergio Marchi reconstruye la historia.
Bisagra: dos veces grasa. Un viejo chiste del inolvidable Minguito Tinguitella, entrañable personaje del actor Juan Carlos Altavista, que encarnó al primer cartonero de la Argentina o al último linyera. En el rock se habla mucho de los discos “bisagra” que configuran un punto de cambio en la carrera de una banda; álbums decisivos no sólo en una trayectoria sino también en una escena musical. En ese sentido, La grasa de las capitales, segundo LP de Seru Girán, es un caso de manual: sin él, el rock nacional hubiera sido muy diferente, ya que fue la piedra basal sobre la cual Seru Girán fundó su mito de cuarteto imbatible, colaborando de manera importante con la recuperación del rock argentino, que en 1978 había visto caer su nivel de actividad de manera alarmante. Claro que ellos estaban muy lejos de saber cuál iba a ser su destino. Lo único seguro para la banda de Charly, David, Pedro y Moro era que las cosas no habían salido como esperaban. Ayer, tal como hoy, el villano de turno era la prensa.